viernes, 28 de noviembre de 2008


Pequeña y sencilla casa que se ve a lo lejos. En lo alto, entre las montañas, allí se encuentra como si fuera parte de la piedra. La naturaleza podría jactarse de su creación, de la misma manera que ha creado el paisaje que la rodea, un paisaje que deslumbra las almas que lo visitan, que enamora e inspira las palabras de aquellos que quieren escribir.

Pero esa casa pintoresca, que sin extravagancia alguna y con la virtud de la resistencia, es el hogar de alguna familia, que allí vive, rodeada de tanta inmensidad. Ellos viven de la naturaleza que los alimenta, pero que también los golpea.

Lejos de este mundo de asfalto y edificios. Donde cemento le ha ganado la guerra a la tierra y el pasto. Están ellos, sus habitantes y constructores, con vidas sencillas y sacrificadas, cuidando animales, sembrando. Al inicio del día buscan agua de algún río cercano, transparentes y fríos es lo que caracteriza a los ríos de montaña. La leña que es escasa se usa con prudencia.

Cuando es necesario van al poblado cercano en busca de aquello que sus propias manos no pueden conseguir de la tierra. Caminan al lado de mulas que se usan para transportar carga, en este caso los productos comprados. Un largo camino de ida y vuelta. Al regreso, la caricia, unos ricos caramelos que producen deslumbrantes sonrisas en los niños de la casa.

Sin luz, sin agua corriente, sin delivery, sin supermercados, sin vehículos, sin televisión, sin aire acondicionado, sin gas natural, sin juguetes.
Quizás algún día todo esto les llegue, hoy no importa, hoy están, a veces felices y a veces tristes. Igual que le pasa a la gente de la ciudad.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Si pudiera...

Pablo Picasso: House In a Garden.

Si pudiera volar, volaría, no quedan dudas. Debe ser lindo mirar desde lo alto. Pero camino, estoy cerca. A veces en “bondi”, otras en subte o en tren, cuando las distancias exceden y el tiempo limita. Dejando de lado esas cuestiones, debo confesar, me gusta andar con mis propios medios, quizás es más exacto decir con mis propios pies. Disfruto de eso, de andar, de abstraerme en mis pensamientos mientras esquivo personas, solo en las grandes ciudades esquivar personas al andar se convierte en una especie de deporte, hasta podría ponerse en la categoría de deportes de riesgo, no creo que llegue a alto, pero riesgo solo le queda bien. Por supuesto, eh caminado por lugares donde la gente es escasa, estas cuestiones, de más o menos gente, suelen tener que ver en este mundo más que nada si se quiere con asuntos comerciales, mirado sobre todo desde el punto de vista del intercambio de bienes y servicios. Pero el tema del intercambio será parte del juego de otras palabras talvez en algún otro post. Sigo caminando, pensando en mis idas a la escuela primaria, me corro hacia la izquierda para pasar a un niño con uniforme de alguna escuela del barrio, que lleva arrastrando o mejor dicho rodando tras él con bastante desgano una de esas mochilas con ruedas, podría decir en forma metafórica que la mochila es tan grande como él, cuantas cosas lleva a la escuela - pensé- o quizás esta escapando de su casa en busca de aquel horizonte de libertad, si inspeccionara la mochila podría confirmar que dentro lleva además hasta su querida mascota, me dije a mismo. Tesoro valioso si los hay para a cualquier niño una mascota. No se si se pueden clasificar estrictamente como mascotas, pero siempre me gustaron los caballos, hasta tienen la virtud de llevarlo a uno en andas. Ya habiendo dejado algunas cuadras atrás al niño y su mochila, me detengo en un almacén, el famoso y popular “los chinos” se los puede encontrar por toda la ciudad. El que esta cerca de casa, a mí me da todas las sospechas que antes de ser almacén era un garaje, por la forma del local más que nada. De “los chinos” se pueden enunciar dos características rápidamente, tienen buenos precios en los vinos y otra importante es que siempre tienen cambio, usted paga con $100 una compra de $5 y sin chistar le dan su vuelto, nada de sin cambio no te vendo, etc., etc. Pago la gaseosa y camino hacia casa, antes de llegar a la entrada, paso por enfrente de un local de comida china, que por algún motivo extraño a la razón aun no eh decidido comprarle. Entro a mí casa, voy a la cocina me sirvo gaseosa, luego me dirijo a la computadora la enciendo y mientras leo algún que otro blog, apaciguo momentáneamente la sed.