lunes, 1 de diciembre de 2008

Golconde
Renè Magritte

El sonido de una calida canción se escucha. Es del tipo de canción que a uno lo hace sentir que va, persistente, que ni mares ni montañas, nada es un obstáculo. Sonrisas inevitables florecen primaverales acompañando este ritmo musical. Mientras tanto, la mente viaja por muchos lugares, esos que son solo nuestros, que uno los encuentra en los distintos rincones, algunos al alcance de la mano y otros aparecen, nos sorprenden, algo vivido y olvidado que toma casi mágicamente un lugar privilegiado, al menos por unos instantes, en la lista de prioridades. No ocurre mucho más, solo nace por un momento cierta satisfacción, como si fuera un oasis en el más duro de los desiertos, que permiten una tregua al andar de cada día.