martes, 16 de marzo de 2010

Llueve lento y tibio una tarde en que el verano va abandonando este lado del mundo para ir apareciendo en otro. Al ritmo de las gotas camina paciente y despreocupado por el agua que le cae encima, mira hacia el cielo y la poca solides de las nueves lo hacen descreer de una tormenta furiosa. Mientras tanto o en el mismo instante se siente preocupado pero por otras cosas, los niños que están en la calle, gente grande que esta en la calle, ¿porque no tienen un hogar…? ¿Porque los niños no juegan como él lo hacia en su infancia..?. En su vida la abundancia no era una característica pero tampoco la encases, esa dura e incompresible encases que hacen que las lágrimas recorran las mejillas. Cuantas palabras se escuchan, cuantas leyes, cuantos sistemas, reglamentos, jerarquías, razones, motivos, todo eso y muchos otros, pero apenas levanta la vista ve hombres, mujeres, niños, familias viviendo en la calle. Mientras da pasos precavidos se pregunta; ¿Cómo se comunican? ¿Cómo comparten? ¿Cómo es el abrazo calido de una madre? ¿Cómo son las enseñanzas de respecto, de dignidad que puede dar un padre o el conjunto familiar? ¿Cómo es todo esto cuando no existe ese lugar que nos da calidez?, hasta en la prehistoria existía un lugar de cobijo un refugio básico e indispensable y ahora en estos tiempos modernos se pueden ver personas sin el mínimo amparo.

A dos cuadras del lugar donde esta en este momento hay un café que le gusta, porque es espacioso y eso lo hace tranquilo, se puede sentar sin escuchar en un tono elevado las conversaciones de otras personas, camina hasta ese sitio, elige una mesa en un rincón pide un cortado doble, mientras va tomando el café en su cabeza no dejan darle vueltas todos esos anónimos que por algún motivo les toca vivir en una vereda, plaza o cualquier otro lugar sin la libertad de la privacidad. Piensa, gente de la calle, como se les devuelve a estas personas el derecho que se les quito, quien es responsable. Es muy triste, porque para esta gente de la calle su único problema grave no es la falta de vivienda, sino que además sufren encases de alimentos, encases de educación esta que no solo enseña a sumar y restar, sino que lo más importante es que enseña a pensar, a ser libres de elegir y evaluar razones por propios medios. Hay que darles dignidad, hay que darles esperanzas, hay que hacerles entender que no necesitan una mensualidad regalada, sino una ganada con su propio esfuerzo, porque es mejor para ellos, para sus hijos y para este país. Este país que es raro, muy raro, se ven dos bandos que se dicen cosas, que pelean como chicos de escuela primaria por un juguete, o por la distancia para patear un penal en la cancha de fútbol del barrio. Así de ridículo, se escuchan discursos grandilocuentes, palabras y más palabras, pero cada día que sale a la calle ve eso, gente que vive en la calle. Termina el café, paga, deja algo de propina y se va…