Imagina con cierto gesto de satisfacción en su rostro, seguramente como el que tienen aquellos que descubren algo importante, quizás lo tuvo Isaac Newton cuando determino sus tres leyes conocidas. Construye un espacio. Borra el pasado para dejar dudas del presente, solo tendrán certezas quienes reciban el guiño de complicidad. Luego, sube la escalera para llegar al altillo, alejado. Arriba observa un jardín de rosas y jazmines a discreción, el sol de primavera templando el ambiente y a la sombra de un roble se encuentra una pintoresca mesa de madera con dos sillas haciendo juego. Agarra una silla para sentarse, pero antes aleja la otra un poco, para quién será su compañía. Para una espera agradable, sobre la mesa, una copa de cristal que contiene un Malbec en condiciones optimas para ser bebido. Este es un lindo momento para la lectura, entonces piensa en un libro, pero no en cualquiera, sino uno con la virtud de convertirse en aquel que deseamos leer.
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